Recuerdo que un grupo de compañeros muy orientados al estudio me invitaron a una reunión para conformar un grupo político en la escuela de Ciencias políticas de la Universidad de los Andes. Era algo así como febrero del 2009. Para esa época acababa de concursar para preparador de metodología. <Había que conseguir credenciales>, pensaba yo. Lo que jamás pensé fue que esa primera reunión se extendería a dos reuniones más, y luego otra y otra, sin determinar una política concreta. Pero eso si, en cada reunión se discutía que nombre llevaría el nuevo grupo político de pensadores poco practicantes de la política (área que paradójicamente estudiabamos). Un infiltrado que apenas una o dos veces en la vida había visto (infiltrado porque más que pensador de la política era ejecutor -y la pensaba también) propuso un nombre que quedará en las absorciones de la historia. Dijo Emilio, "yo propongo que este colectivo se llame ¡EL PEO!". Era un nombre que atentaba contra la academia y la institucionalidad de la ilustre universidad que vence las sombras, cuestión que preocupaba a los convocantes. El nombre no pasó. Pero algo me decía que el peo* podía formarse.
Eventualmente mi afán por la academia menguó, y la sed por lo político y la política creció. ¿Qué hace un estudiante de Ciencias Políticas estudiando algo que no práctica? Posiblemente ande coleccionando credenciales... yo lo hacía. Y sin buscarlas, las credenciales siguieron llegando y la lectura me seguía apasionando. Sin embargo, decidí ir tras la praxis y entender el mundo de las relaciones de poder (en pequeña escala, pero entenderlo). Hago un paréntesis para reflexionar en torno a las credenciales y reconocimientos. No hay mejor credencial, honor, o reconocimiento que una conciencia satisfecha. Saber que elegiste ser lo que eres, y que no hay dilema o conflicto moral en tal decisión. Decidimos entonces Emilio y mi persona, junto a Sergio, formar el PEO. El peo se llamó "Los diferentes". No fuimos diferentes por ser victimas, al contrario decidimos ser verdugos sin clemencia contra la indiferencia de quienes se asumían con el monopolio político y se envanecían con su erudición libresca. Ganamos. ¿En elecciones? No vale, no hablo de eso. Hablo de moral. Ganamos el bien más preciado que un un combatiente o agonista anhela poseer: convertirnos junto a los iguales y diferentes en "referencia" para una sociedad estudiantil descompuesta por la arrogancia académica, la dirigencia política estudiantil, y sus patrocinantes vampirescos.
Apenas asomo una porción infinitesimal de esta historia. ¿Cuál es el Lío? Que muera lo viejo, para que no sea ni lo uno ni lo otro, como dijo mi maestro Franz Lee, sino lo nuevo. A los nuevos referentes les digo: la política se desarrolla, crece... las siglas cambian, adiós Lío. ¡Bienvenido lo nuevo!!! Aguante Ciencias Políticas!
Las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas.
Daniel Torrellas.
Mientras existan esos fariseos de la política y esos pseudointelectuales mojigatos, no dejarán de existir Los Diferentes!!!
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ResponderEliminarasí es hermano!