Nos hemos convertido en cobardes.
Nos hemos convertido en cobardes.
Hemos asumido el mutismo de la indiferencia.
Hemos hecho una sociedad de cómplices.
Nos hemos conformado a una sociedad herida.
Hemos consentido la enfermedad colectiva de la infidelidad,
infidelidad al humano,
Bajo la pretensión sofística de que somos infieles pero jamás “desleales”.
Nos roen los antivalores.
Llevando la moralidad al paredón, nos extralimitamos:
vendimos la esencia del ser a un precio menor que un plato de lentejas,
como si el respeto poseyese precio;
nos excusamos bajo el axioma de que la moralidad era irracional.
Pero eso no fue lo medular,
sino, extirpar lo valioso, o mejor dicho, la condición humana.
Divagamos en lo semántico, lo etimológico, en lo banal de la falsa intelectualidad
y fuimos peores que los maniqueístas, tratando de desdogmatizarnos con fuego de dogmas
hicimos el vacío más profundo.
Y la herida produjo gangrena.
Pero en vez de amputar el vicio,
amputamos el espíritu.
Nos encontramos en la corte con Babilonia,
y la sabiduría de sus errores se resbaló en nuestra arrogancia:
¿Quo vadis, si nos guía el carpi diem?
¡La locura es la verdad!
Pero nuevamente divagamos.
Nos quemamos en la hoguera de la ilusión,
y los fénixs fueron eso, mitos.
Pero un remanente queda;
humano: ¡todavía creo en ti!
¿Despertaras?
Da aliento a tu alma.
Vuelve a lo que no sabes,
vigila el tiempo,
sin grilletes que él imponga.
Sin dar tregua a la hipocresía,
esa que justifica tu mediocridad
engañándonos con las falacias de la perfección.
Sacia mi sed, justicia.
Limpia mis lágrimas, amor.
Hazme fuerte, debilidad.
Pelea conmigo hasta vencerte, soledad.
Siéntate a mi lado y trata de convencerme, mentira,
mis nervios no te temen.
En las noches soy vulnerable,
Pero te espero firme, concupiscencia.
Mil rounds, mil derrumbes,
Pero nunca derrotado me verás.
He aquí el cincel, carpintero;
y el fuego necesario, orfebre;
Moldéame a tu imagen Jesús. Cúrame.
Aguardo, mientras transito.
Tu hijo.
Nos hemos convertido en cobardes.
Hemos asumido el mutismo de la indiferencia.
Hemos hecho una sociedad de cómplices.
Nos hemos conformado a una sociedad herida.
Hemos consentido la enfermedad colectiva de la infidelidad,
infidelidad al humano,
Bajo la pretensión sofística de que somos infieles pero jamás “desleales”.
Nos roen los antivalores.
Llevando la moralidad al paredón, nos extralimitamos:
vendimos la esencia del ser a un precio menor que un plato de lentejas,
como si el respeto poseyese precio;
nos excusamos bajo el axioma de que la moralidad era irracional.
Pero eso no fue lo medular,
sino, extirpar lo valioso, o mejor dicho, la condición humana.
Divagamos en lo semántico, lo etimológico, en lo banal de la falsa intelectualidad
y fuimos peores que los maniqueístas, tratando de desdogmatizarnos con fuego de dogmas
hicimos el vacío más profundo.
Y la herida produjo gangrena.
Pero en vez de amputar el vicio,
amputamos el espíritu.
Nos encontramos en la corte con Babilonia,
y la sabiduría de sus errores se resbaló en nuestra arrogancia:
¿Quo vadis, si nos guía el carpi diem?
¡La locura es la verdad!
Pero nuevamente divagamos.
Nos quemamos en la hoguera de la ilusión,
y los fénixs fueron eso, mitos.
Pero un remanente queda;
humano: ¡todavía creo en ti!
¿Despertaras?
Da aliento a tu alma.
Vuelve a lo que no sabes,
vigila el tiempo,
sin grilletes que él imponga.
Sin dar tregua a la hipocresía,
esa que justifica tu mediocridad
engañándonos con las falacias de la perfección.
Sacia mi sed, justicia.
Limpia mis lágrimas, amor.
Hazme fuerte, debilidad.
Pelea conmigo hasta vencerte, soledad.
Siéntate a mi lado y trata de convencerme, mentira,
mis nervios no te temen.
En las noches soy vulnerable,
Pero te espero firme, concupiscencia.
Mil rounds, mil derrumbes,
Pero nunca derrotado me verás.
He aquí el cincel, carpintero;
y el fuego necesario, orfebre;
Moldéame a tu imagen Jesús. Cúrame.
Aguardo, mientras transito.
Tu hijo.
Escrito en Agosto de 2011.
ResponderEliminarExcelente entrada Daniel! muy necesaria en estos tiempos! Sigue siendo esa voz directa que inspira a muchos! un abrazo!
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