Materia Gerencia Estratégica – Especialización en
Gerencia Pública / Politólogo Ángel Daniel Torrellas del Valle. V-14.469.986 /
Prof. Lcda. Raiza Imar Hurtado Pérez
No hay recetas acabadas para
tener éxito en los asuntos gerenciales que competen a lo público. Sin embargo
hay principios que permiten aproximar al líder y su organización a los mejores y
más satisfactorios resultados. En vísperas de una nueva década (la tercera del
milenio), los niveles de exigencia que tiene el gerente público son cada vez
más altos, niveles que incluyen inteligencia, salud, recursos, entre otros. El contexto
está muy bien definido, tiene que ver con relaciones en el marco de la
satisfacción de una ciudadanía que las condiciones globales etiquetan como
clientes, y que a su vez, por el incremento de la información circulante en los
nuevos medios de difusión e interacción tecnológicos, le hacen mucho más
selectivo, vulnerable, minucioso, participativo, y sobre todo exigente al
momento de ejercer sus deberes y derechos ante la administración pública.
La gerencia pública integral
es inherentemente estratégica. Para la conducción de una organización no solo
se requiere un esquema de acción científicamente bien definido, es necesario
también que quienes trazan la ruta y sus objetivos tengan cualidades integrales
desde su individualidad que le permitan cumplir todas las etapas del proceso
corporativo, sin descuidar ningún rasgo identitario o de imagen que se desee
alcanzar y proyectar acorde a lo planificado. De allí que estudios vinculados a
los distintos tipos de inteligencia, la programación neurolingüística, las
neurociencias, estén incidiendo en los asuntos psicológicos que rigen la acción
del líder en el desempeño de su tarea gerencial. Aunque hay asuntos éticos y
morales que trascienden estas nuevas doctrinas postmodernas de liderazgo y
auto-mejoramiento, es importante tenerlas en cuenta, por su impacto comercial y
su efecto en la subjetividad humana.
Ahora bien, elementos como la
toma de decisiones en el marco de las soluciones que se plantean
anticipadamente para el control de riesgos están vinculados con la integralidad
del pensamiento gerencial. Ello significa, no sólo el conocimiento del tipo de
decisiones, sino de los entornos interno y externo, y más precisamente de las
esferas en las que subyacen esos ambientes inmediatos. Esto implica distinguir
con exactitud qué caracteriza al Gobierno, a la Política, y a la Gerencia. Incluso,
desde la perspectiva de la nueva gestión pública, al Mercado como elemento
indispensable para lograr coordenadas correctas en la lectura situacional de
nuestro desenvolvimiento, sea en lo coyuntural o en lo estructural.
El Estado, como instancia que agrupa la Nación con sus
símbolos, la población y el territorio, tiene un componente esencial llamado
Gobierno. Es importante entender que el Gobierno tiene la función de
administrar el patrimonio público, lo cual hace a quienes lo presiden, en sus
distintos niveles, lo que denominamos Gerentes
Públicos. De allí la noción de organización
que debemos tener del Estado como entramado de instituciones que orientan el
uso de los recursos públicos hacia la consecución del desarrollo integral y
pleno de una sociedad. El asunto, como contribución analítica, está en la
concepción errónea que se ha tenido de la administración pública al menos en
Venezuela, pues la integralidad de la gerencia depende del grado de preparación
y visión de quienes aspiran, desde la política, el poder. O al menos debería
ser así.
He aquí la esfera Política, que asume la administración
pública como un botín, donde el tesoro principal reside en las contrataciones
públicas amañadas por la tecnificación de la trampa y la socialización de la
corrupción, y donde el clientelismo partidista está por encima de los méritos,
y donde el conocimiento y la virtud terminan siendo secuestrados para legitimar
el mal gobierno, y no para la necesaria modernización del aparato burocrático. Esta
última cuestión es necesaria para la dinamización de los liderazgos que
entienden la vitalidad de lo estratégico, lo colectivo, lo transparente en la
función pública. La competitividad de la administración pública (Gobernada por
los ganadores del botín) es inherente al relacionamiento de los factores que
detentan el poder, y de aquellos que inciden en él en un territorio-nación (Iglesia,
Medios, Sector Privado, por ejemplo), siendo que el necesario consenso tácito e
incluso explicito de estos, debe trascender la suposición de claridad que
manifiesta un contrato social, como el constitucional y todo su andamiaje
jurídico. Aclaro que la concepción de botín no es maniquea, desde hace dos
siglos se concibe como tal esa categoría.
Ahora bien, ¿cómo, la gerencia estratégica y la gerencia
pública integral nos ayudan a desarrollar la sociedad en condiciones adversas? Aunque
la tónica de este análisis tiende al pesimismo, es vital la objetividad de la
caracterización de nuestro liderazgo, pues en función a ello sabremos cómo
actuar, identificar los momentos, y tener las matrices de control para que el
desempeño sea el indicado. Esto último es importante tenerlo en cuenta para el
correcto direccionamiento de nuestro equipo. La Biblia dice que el pueblo que
carece de visión perece. Perecer, en analogía al contexto que abordamos, puede
indicar fatiga, decepción, desánimo, frustración, desmotivación, abandono,
ausentismo, desesperanza, pesimismo, inercia, apatía y un largo etcétera de
atributos negativos. Para evitar este episodio, el gerente debe llegar a su
límite. Esto es relevante pues el límite lo otorga la preparación. La formación
es el principio vital y atemporal que dota de integralidad al Líder.
Las habilidades de un buen líder, de esas que habla Daniel
Goleman en ¿Qué hace al líder?, tienen que ver con los topes que la práctica y
la teoría han permitido que él levante. La implementación óptima de recursos de
guianza (guidance)
organizativa como el análisis del entorno, los sistemas de control, el pensamiento
estratégico y las estrategias eficaces para triunfar en un mundo de alta
competitividad, están ligadas a la cultura productiva de una Nación y a la
clara definición de cometidos colectivos refrendados conscientemente por las
mayorías. En otras palabras, hay que plantearse algunas interrogantes para no perecer en la dinámica de liderar y
servir públicamente. Algunas de ellas son ¿Cómo el Gobierno ve al mercado? ¿Qué
voluntad de contribuir con el Gobierno tiene el sector privado? ¿Los partidos
políticos dan, con ética y compromiso anticipado, el lugar apropiado a los
ciudadanos-clientes en sus planes prospectivos de Gobierno? ¿Conoce el
funcionario público en todos sus niveles el Plan de Desarrollo de la Nación?
¿Contiene el Plan elementos centrales que vinculen a toda la población, o solo
es un programa político partidista que nos aleja más de la Modernización del
Estado y por consiguiente de una Política de Estado? ¿Maneja el líder, más allá
de las herramientas cognoscitivas y técnicas, la interrelación de estos
factores y los retos que ello implica?
Los aspectos tecnológicos, los códigos sociales, la
postmodernidad, el manejo de los idiomas, el carácter ecléctico de la era
actual, son asuntos pendientes para profundizar a futuro este análisis.
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