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Poesía de Voluntad


Es poesía, y a veces prosa, que me vincula, me conecta, que expresa y comunica con libertad, respeto y creatividad. Plasma como hermoso lo que tiene (y lo que no tiene) forma en el caos del descompuesto pero batallante gen humano. Es poesía porque acepta. Acepta para avanzar y no para conformarse. Es voluntad porque me coloca en perspectiva con el dolor y la alegría, me dice que aún el sol alumbra a justos e injustos, y que cada instante es un mago que me pare al porvenir para avanzar una milla más, un paso a la vez, desde el Caribe, hasta la Costanera.


Ventanal.

Hubo un día en que me empezaron a gustar las ventanas
Miré a través de sus marcos y penetré al vacío.
Mis ojos se llenaron de astillas.
No sabía usar su enorme orificio.
Hurgar y juzgarel exterior era tentador.
Pero el fin me asechaba.
Quite la astilla y la viga, y con toda la llama de una ceguera milagrosamente sanada,
el objeto era dejar que la libertad me mirara.
Chancera, soplaba tertulias, destellos solares y amor que siempre no sería el nadie que nunca fue.
Una vitrina a lo pasajero, y no me engaño… mi subterfugio.
Fue un como un mundo paralelo en mi territorio pasivo de tributo a mi casero.
Fue tal como de pequeño, cuando me tiraba en un mueble rígido y veía por el ventanal de la puerta.
Era su ornamento metal que combinaba círculos con líneas moralmente rectas sonrientes a mi conservadurismo convexo; parecía ósculo cóncavo como el que en el extremo el izquierda y la derecha se dan.
Tal metal de filibustera aleación te cobraba peaje para que pudieras ver las palmeras de la casa de doña Isabel.
Allí, desde los 7 años hasta los 17, observé la evolución del tiempo.
Me creí dominante del punto central del panóptico, sin saber que yo era residente de uno superior.
Creyéndome vigilante no velé, y en un descuido 
el carcelero cerró la ventana en mi cara y me confinó al adx del desdén.
La palmera y la doña desaparecieron. 
Adolecí yuxtapuesto en una ruma kilométricamente claraboyada, en la que después de 13 años de formación jesuita, yo ya  era un fluido constante de ácido envejecedor, 
hasta que me diluí entre neutrinos y bosones, 
desollé la ilusión del vacío,
y desperté a la vida.


Un tercio

En Venezuela hay una presentación de cerveza muy famosa. El tercio.
Son 330 mililitros en una botella en la que caben miles de momentos.

En mis números no hay cerveza que actúe.
Lo que quiero es una cumbia que me embriague.

Pero la quiero bailar con ese saltarín que me pone las puntas de pelos.

Un tercio es lo que me queda de corazón.
Un tercio de vida,
como mainumby sin pico en el chaco seco.
Otro, el pedazo de barro que dejé,
otra pedaza, la mirada que me dijo:
¡apúrate, que se va el bus!
Solo mi alma elástica les alcanza.

21 fue el día que partí.
El peso de esa neuma.

Yo, que soy un melancólico,
lancé apegos por los ventanales de los 16 buses que tomé.

El barro y mirada,
mi par de tercios,
ya listos están para el kayak de la amazonia.



Hijo de barro caza terrón.

Emergí de tierra apureña con manantial guayanés.
Eso es monte mi kapé,
mi guapa paraguaya.
Es aire rico que se te mete por la añoranza,
y se te sale por la´lcayata.
Me dieron forma mis hermanos en las calles de Piñonal,
mi barrio.
Allí mis viejos,
antes de ese 21,
pegados a la reja me dijeron:
La ruta es larga.
Literalmente me monté en sus miradas.

¡Qué confortable lugar de dolor!

Porque el dolor en los ojos de los viejos
es como escalera de plomo.
Te exhorta en un escaño,
te reconforta en el otro,
te mima la huesarada.

Fui barro en sus manos.
Fue un horno largo.
Pero soy vasija que aguanta todo.
Buen trabajo.



El gato arepero

La última arepa que me comí en Venezuela me la hizo Zulay.
Y me hizo dos la noche anterior.
Pero como no había luz, el gato me comió una.
Era un gato bigotudo,
malandroso.
Anarquista.
Cada vez que veía sus ojos brillando,
me chantajeaba,
me amenazaba de dejarme sin café.
De las últimas arepas, una me rindió hasta Ecuador.
Sobrevivió al Cauca.
Cuando fui a buscar la otra, conseguí una carta en su lugar.
El minino me dejó su número.
Algún remordimiento tendría.

Esos días, me contó durante mi ruta,
que el apagón se volvió costumbre.
Que todos los días sale con su perola,
busca agua, madruga.
La saliva no le alcanza.
El gato canta puntual en el gallinero.
Tiene dos trabajos; el gallo se fue a Cúcuta
porque no puede mantener a los polluelos.

El gato, medio poeta, me dice nostálgico:
Y el niño como abono bajo la lluvia,
le roba besos a las circunstancias.
Yo le digo,
Tranquilo mi felino,
vienen tiempos mejores,
pronto nos tomaremos una arepa,
y nos comeremos un café.
Con el gallo y con zulay,
en san Pedro del río.




Little Boy

Se devasta la sigmoidea y la mitral
Briznitas de charcos
Pijama de chacota.

Voy a fumarme el parque
jartando mango, pepa y tallo
Como el 44 de Stalin, Churchill y de Gaulle
que son 2 que no te llegan a los 4 + 9,53.
…eres Simón
en lianas de areolas

Asomado,
detonas hipotenusas violetas
con corto lila de suavidad

Lucero del alba donde Juana te ve.
27 ella, 27 tú,
¡qué chubasco con bruces te extraño!




Quesillo en la Pilar Pelgrón

Es un manjar de resistencia
Una moneda de pan duro
Aderezo de proletario
En boca exotical
Ñema masajeando mano
Vuluble como
migaja transhumante
Va derrumbando paladares
Tesoro sin cofre
Conspiración sin cofradía
Afusión condensada
Estufa de María
En el remojón
Exhala
Inhala
Exhala
Inhala
Qué vaporón
Yanten en palma
Y yo escalando este bonsái
engulléndome el quesillo de gloria sabor,
pirrándome me deshago en este viaje.



Poema 6.

¿Quién no quiere hacer locuras?
¿Quién nos reprime?
La gente extraña solo actúa normal
Porque lo típico encadena
Y lo normal es la locura.
Tú sabes que es así.
Mira tu vida oculta.
Revelarla sería un suicidio.
Pero ¿por qué?
¿Acaso revelar la sinceridad no es vida?
Ser normal es ser sincero.
Pero somos anormales.
No dije "extraños".
Recuerda que lo extraño es locura.
Quieres desatarte ¿verdad?
Ah si! Pero no es todo el tiempo.
También quieres paz.
Quieres descansar.
Hastío
Éxtasis
Hastío
Paz.
Somos el rabo que persigue su perro.
El propio tsunami que nos vomita.
Mantente leal amigo mío.



Poema 7

Cada noche
el tirón hipnagógico
me lanza del abismo.

Planeo,
como un inmenso
granizo de fuego.
Mis pies arden.
Me convierto en aire.
Por el orificio del zinc
me sumerjo.
En un glóbulo interestelar
voy contigo al todos,
espío unos mil fríos;
contemplo lo menudo de tu ego.

¡Ea!
¡El vértice del astro!
Se zambulló en nuestro espinazo.

¡Deja de soñar!
 La cola del escorpión pregona.

Qué corsario es mi lecho.
Catre indomado.
Devorador de látigos.
No hay gravedad que disipe su tiranía.
Vuelvo erecto,
sobre el algodón y
la madera Noruega.



Bueno, bésame.

Camino ligero
con mil toneladas de caos encima

Mi boca busca suspirar
los sedimentos de cada beso
perdido en la tramoya de mi resquebrajo.

¿Puede usted, quimérica castálida,
hurgar en mi garganta?

Máteme, asfíxieme,
Con su órgano optimista
en mi pundonor resquebrajado
cerca de la tráquea
suave, haz* gemir tu guillotina de saliva.



Relativo
Aprovecha el momento 

Muchacho,
sabes que no hay tiempo.
Albert,
sabes que no hay tiempo.

La arena está tan abrillantada
que te embelesa la vanidad.
El cuello enajenado 
marca la hora,
y la cabeza de un instante dislocado 
rueda por debajo de las nubes,
rozándolas con gravedad antípoda, 
invocando al ser de las tres caras,
sin espaldas,
que todos lados mira.

Dice: 
1... 2... ...3
¡no hay tiempo! 
no hay tiempo 
¿no hay tiempo?

¿y me culpas?
Tapuso tu peregrinar 
con aliento inefable. 
Triangulando 
pivoteo sobre la eternidad.

Excelso pregono: 


de momento no queda nada.
Soy Alfa y Omega.
Del reloj eres la arena,
aprovecha el viaje, mortal,
ve por el cristal.
Sé más que infinitesimal.



A la que se hace

Qué efluvio es este oh perfumista,
que al horuelo nutre,
pintando tres lilas danzarinas
en el esternón del derrame mariscal?

Reina.
Tu bálsamo, en qué respiradero
deslizó su porción
con diamantes celestes
de ocaso púrpura?

De primera, asfixia tu insistencia,
luego,
Agmarella,
algo punzopenetrante me dice
en tono verde:
Inhalála, retenéla, y
queréla.

Típico flashback, déjà vu,
ver tu silueta de tez serena
confundirse
con líquidas cordilleras,
fragancia mármol de quimeras,
condenando
narices andragozas,
fosas lizonjeras.

El día es propicio
si quieres poseerme.
Si vinieras,
solo si el milagro, la batuta eso oliera,
la plaza sería alabastro
y tú, hojas, rocío,
el tiempo que gotea.


Comentarios

  1. bueno te consegui en youtube en video blog jiji y pase ver tu blog te dejo el mio amigo visitalo : https://curiosomundolinux.blogspot.com/

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