A propósito de una “nueva
marcha” convocada por la oposición y de unas contundentes declaraciones
oficialistas: “Bajo ninguna circunstancia se convocarán a elecciones generales”
¿Y SI MUERE MI HERMANO?
De la normalidad a la fibra de mi (tu) interés.
Quizás nos indigne un poco recibir el video o la
imagen de una persona herida o muerta en una balacera del barrio, en una
manifestación pública, en un accidente vial. Sin embargo, ya es algo normal. Normal
es el hecho de recibirla, normal es buscarle una interpretación polarizante que
asocie a Gobierno y Oposición. Normal es pasar de la indignación a la risa,
porque normal es pasar de esa imagen cruda al meme del último clásico del Barça
Madrid, a la foto del nuevo sobrinito, o a cualquier otra sin o con importancia
para el receptor. Todos, o la mayoría, lo hemos hecho. La globalización nos
ocupa en estar al día de toda banalidad que las coyunturas nos ofrecen, poniéndonos,
paradójicamente, la tarea de convertirnos en verdaderos investigadores ante los
infinitos gigas de asuntos sin importancia. Esa es la bondad adversa del nuevo
orden, o en términos de muchos intelectuales: de la estructura.
No
obstante, hay algo que me preocupa en gran
manera. ¿Qué pasa cuando la imagen no es ajena a ti, cuando la imagen es
más
real de lo que ves; cuando es una llamada que tiene que ver con la
muerte de tu
hermano, de tu hija, de tu esposo, de tu madre? Tú hermano puede ser el
policía
que mató el pran del barrio en un ajusticiamiento, pudo ser tu primo
degollado
por el alambre que colgaron en la guarimba, pudo ser el chamo estudiante
con
cara de malandro (sin serlo) que la OLP dejó tendido en la calle del
barrio, pudo
ser tu nieto recién nacido que no recibió el tratamiento en el hospital.
Incluso, pudo ser tu hija escapada a la marcha en la que recibió un
tiro (de la GNB para
un bando, o del Mercenario pagado por la MUD para el otro), pudo ser
Robert Serra,
o el Animador de Televén Arnaldo Albornoz, el Concejal Opositor, o el Jefe del CICPC de una
región determinada. Cualquiera de ellos pudo ser tu hermano, tu primo, tu hijo,
tu papá.
Trataré de hacerlo más sencillo, pues como el amor de muchos se ha enfriado
cuesta entender lo que planteo y me cuesta explicarlo también, pues no es un
asunto emocional, es en términos freirianos un lío de concienciación, o más
propiamente de politización, de saber pensar, y podría añadir que es un tema
espiritual. En este momento quizás nos cueste entender la magnitud del dolor a
causa de la muerte de un cercano, por no haberlo vivido. Y quizás ese es el
mayor peligro: esperar sentir o vivir el momento para “reaccionar”. Las muertes
naturales, en su mayoría, no pueden evitarse. La ciencia y la tecnología lo
intentan, pero no es un recurso al alcance de todas las naciones. Pero las
muertes causadas, son producto de políticas públicas erradas, de la
intolerancia social y humana, de la ambición financiera, de darle la responsabilidad
educativa a los medios de comunicación, de permitir a los líderes políticos
deslegitimados y sin moral ser orientadores de nuestras ideas ciudadanas; de la
familia, la cual aleja sus oídos y su mirada de las demandas de amor y tiempo
que exigen los hijos.
No soy ajeno a las teorías del conflicto, a la lucha
de oprimidos y opresores, sin embargo, la violencia revolucionaria, la
represión neoliberal, el fenómeno terrorista, el fascismo en todas sus
vertientes, la misma violencia de la no violencia, y otras formas hasta
religiosas como respuesta a los conflictos, lo que han hecho es causar más
sufrimiento y dominación en la humanidad. La política de prevención del delito
y seguridad ciudadana de la RBV, pese a lo noble que pudieron ser sus criterios
fundacionales, no ha sido exitosa entre otras cosas por su incoherencia con la política
de servicios penitenciarios, por la partidización de la seguridad (tendencia
clara al autoritarismo), por los altos niveles de corrupción y burocratismo en
el seno de quienes monopolizan la violencia legítima.
Por otro lado, los representantes de la oposición oficial,
tan irresponsables como el oficialismo, con su doble discurso, tienen más de
quince años (sin contar su tradición económica y política de décadas anteriores)
tratando de acceder a un poder por vías violentas, siendo que hasta ahora, por la
ineficiencia oficialista han tenido la oportunidad de acceder al Gobierno
electoralmente, pero se han dejado chantajear por un gobierno campeón en saber
cómo mantenerse gobernando la ingobernabilidad. Lo más lamentable de todo es
que es una oposición que chantajea y juega con el reclamo electoral, social y económico
de su militancia y simpatizantes; el 2016 fue prueba de ello. ¿No es acaso esta
una nueva forma de violencia hacia la ciudadanía a la que estos dos polos nos
han expuesto? ¿Son, estas pérdidas humanas, muertos de la MUD, del PSUV, del
Imperio, de los Colectivos? Estoy convencido que son, uno a uno, vida a vida,
más que un número o trofeo mediático; son y fueron hijos e hijas de alguien.
Muertos que quieren ser trivializados por un “Show” lamentable que los irresponsables
promueven. Yo, no quiero más muertes.
Por último, está el ciudadano que no termina siéndolo –pues
somos república a medias-. No hablo del civilizado según concepciones
desarrollistas. Hablo de ese cúmulo de culturas que confluyen en el laberinto
que describió Manuel Briceño Guerrero, del venezolano que se alimenta de la
renta, del miss Venezuela, de la Polar, del plantón y día feriado por igual,
del béisbol y la caimana, del culito y la chamba, los del culto en el barrio,
de los parados en el bus; hablo de ti, hablo de mí, sin hacer juicio moral de
nuestra venezolanidad ni caribianidad. Tenemos que encontrarnos otra vez,
trascender la polarización que nos divide, dejar la mentalidad facilista que
nos ha dado el subsidio petrolero, apostar por una niñez que sea formada para
ser el nuevo referente. En lo concreto, desechemos la política de muerte.
Este es un artículo de opinión no terminado. Aun busco
la solución, por más arrogante que suene, al problema de cómo parar la muerte
de mis hermanos y hermanas, porque de algo estoy seguro, no esperaré que la
fibra de mi interés sea tocada para tomar conciencia.
Y tú ¿Qué harías si muere tu
hermano?
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No solo la población civil. “414 policías y militares
fueron asesinados en 2016 en todo el país” Como intertitulo de esta nota, se
aprecia: “en los últimos cinco años han sido asesinados mil 741 policías y
militares en Venezuela” / Titular y foto de El Universal, versión digital http://www.eluniversal.com
|
Fuentes fotos:
http://floresimpresas.cl/ocasiones/condolencias/
https://es.globalvoices.org/2015/10/02/funerales-de-delincuentes-en-venezuela-reflejan-complejas-sub-culturas-de-violencia/
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